© 2014 Tatiana Parcero © Tatiana Parcero, Universus #26, 2014

TATIANA PARCERO: Exploradora de adentro y de afuera al mismo tiempo. Alberto Ruy Sánchez


1.

Algunas veces mirar, mirar a fondo, es llevar un mar en la frente. Tatiana Parcero

no frunce el ceño cuando mira, al contrario, deja que crezca en ella la marea. Y nos

lleva a navegar, entre sus ojos, al puerto circular donde comienza el viaje sin

regreso a lo más hondo. Sus pupilas, montañas de carbón y pozos infinitos. Sus

venas de los ojos, manantiales de donde brotan dos ríos sagrados y sangrantes que

como un Ganges de antifaz, es agua y es diosa que recorre el mundo. Beberla es

sanar hasta la locura de la santidad o estar ya en la corriente de los muertos.

2.

De sus pezones, tocándole la palma de la mano, brotan otro lago y otra montaña, el

mapa de las huellas de los sueños que le caminan por la garganta. Cruzan su boca,

los párpados, la frente y al cerrar los ojos para mirar adentro, se escapa entre sus

labios la insinuación de una sonrisa que nos hace ir también en peregrinación con

ella, hacia ella, en ella.

3.

La mano es manantial de rutas. El mapa del pasar sin peso hacia otras vidas. Las

casas de rezar por esos rumbo. No hay nada más volátil que sus manos, parvada

delicada de todo lo que ella hace surgir del aire. Las manos ven y nos muestran qué

ver y lo que nunca veremos. Las manos danzan y al hacerlo les surge una piel de

líneas que son flores, células, galaxias. Amibas sin control en la estratósfera,

planetas atrapados en la orilla frágil de una célula. Todo en sus manos cambia y se

multiplica. Entre las puntas de los dedos sostiene invisible una forma transparente

del universo.

4.

La boca de Tatiana, atrapada en el grito de salvarnos y salvarse, es órgano vital que

canta en llamas, en venas, en sangre detenida, y canta a todo lo que llevamos

dentro y ya no vemos. Llamada de atención palpitante. La fragilidad de la

existencia se aloja luego en su boca cerrada donde los labios, como sus párpados,

son tenue insinuación de la sensualidad del mundo. Las más finas insinuaciones

con las que meticulosos artistas han hecho croquis de las cosas de la vida han

encontrado su vocación más delicada dejando correr sus líneas por los labios de

Tatiana, con los que mira y nos hace ver lo que ella sabe ser y en ella lo somos un

poco todos.

5.

La espalda es la flor del misterio. Así como hay flores que en realidad son hojas

coloridas, su talle es tallo, voluptuoso y firme, vertical y sin embargo extensible. Lo

mismo le crecen alas que orquídeas, raíces aéreas que medusas. Es flor que se

levanta y organismo submarino que se hunde. Por su columna iluminada sabemos

de la intensidad con la que se afirma la vida erigiéndose hacia el cielo. No sólo

desde la tierra seca, desde el fondo del agua, desde el fondo de cada cuerpo.

6.

En su garganta un árbol canta al viento, como la acacia solitaria en la estepa llana

que es fuente inesperada de sombra, de anhelo pronunciado hacia el cielo, nube

baja y arraigada, voz de trueno tensamente detenido antes del estruendo.

7.

Por la planta de los pies entran y salen las más bellas e insospechadas especies. Por

esas plantas, “arraigadas más danzantes”, se sabe que camina elevada hasta cuando

está quieta y un mundo radicalmente insospechado guía sus pasos. Hacia fuera y

hacia adentro, camina, corre, baila. Y en su danza, como la diosa caminante de la

leyenda India, nos engendra.

8.

Cuando cierra los ojos en la piel suave de sus párpados saltan como venas finas los

tentáculos inquietantes de seres diminutos que explican la minucia con la que mira

lo que piensa y hace que pensemos minuciosamente lo que ella mira. Y de su frente

brota, brillante y clara, la idea de un universo de composición perfecta, frágil sin

cesar, constante y siempre sin embargo sorpresivo.

9.

Lo que Tatiana Parcero mira del paisaje y borra en círculos de estruendo, lo que ya

no está y sin embargo vemos brotar de sus manos, lo que respira y la envuelve y ella

ondula dando al aire la forma sensual de su torso desnudo, vestida de luz

delineada, en sí misma recogida. Todo eso conmociona, anticipa y cuenta, es

crónica de un tiempo detenido, llamada de atención, revelación de formas bellas y a

la vez profecía.